La adaptación del relato de la escritora argentina Ariana Harwicz sobre la depresión posparto se regodea en el sufrimiento de su protagonista hasta anestesiar al espectador
Pedro Pascal, sobre la administración Trump: “Que se jodan quienes quieren asustarnos, hay que contraatacar. No podemos dejarles ganar”
Hay en el cine una fina línea entre lo oscuro y la provocación deliberada. Entre querer incomodar y caer en la crueldad y en el regodeo. Cuando se supera, el problema es que no suele haber marcha atrás, esa película acaba cayendo de lleno en ese pozo de cinismo que el cine actual sufre con demasiada frecuencia.