Luis García-Berlanga guardaba las facturas de los restaurantes, los billetes de los autobús, recortes de periódicos o guiones nunca filmados. En un altillo del chalé de Somosaguas (Madrid) donde vivió con su familia durante casi medio siglo uno de los genios del cine español almacenaba también libros, cartas, fotos, dibujos y documentos de todo tipo, correspondencia con otros cineastas e incluso poesías que escribió de joven y nunca publicó. En aquel estudio privado, al que Berlanga no dejaba entrar a nadie y ni siquiera permitía que lo limpiaran se conservaban también sus amplísimas colecciones de libros y revistas eróticas con miles de ejemplares.
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