Desde hace más de un año, Tamara González, propietaria de un pequeño quiosco en pleno centro de Santiago, decidió anticipar la hora de cierre de su negocio. “Antes cerraba a las 19:00 horas, pero la gente me empezó a decir 'váyase a casa que aquí se pone feo’, y ahora cierro a las 17:00”, dice a elDiario.es.
Como ella, una buena parte del vecindario de la capital vive con temor por el aumento de los delitos violentos en Chile. “Se ha incrementado la violencia, yo lo veo cada noche aquí, ya no les importa si son mujeres, o la edad que tengan”, dice Rodrigo Veliz, conserje de noche desde hace más de nueve años que trabaja en un edificio del centro de Santiago.
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