El diseño de las distintas oleadas de sanciones financieras por parte de la Casa Blanca, sus socios europeos y el G-7 contra Rusia por la invasión de Ucrania ha tenido al dólar como instrumento de penalización. Desde la expulsión del Kremlin del sistema internacional de pagos Swift, hasta los intentos de congelar el acceso de Moscú a sus reservas de divisas o el tope al petróleo y al gas rusos a precio corrientes, el dólar, la moneda que acapara los flujos comerciales energéticos del planeta, ha perdido musculación internacional.