La región sudanesa de Darfur vuelve a vivir los horrores de la guerra que, en la primera década de este siglo, dejó al menos 300.000 muertos y unos dos millones de desplazados, por el conflicto entre el Gobierno central, apoyado por milicias árabes, y grupos rebeldes locales de distintas etnias.
Esas milicias árabes han sido acusadas de cometer nuevos ataques y matanzas de civiles, en particular en los 100 días que han pasado desde el estallido del conflicto en Sudán a mediados de abril entre el Ejército nacional y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un potente cuerpo paramilitar que surgió de los combatientes Yanyauid (“jinetes armados”), que perpetraron crímenes de guerra y contra la humanidad entre 2003 y 2008.
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