Un hombre carga con un barreño lleno de agua. A su lado, otro joven aguanta unas ramas recién arrancadas. Vierte el agua en la arena rojiza y forma pequeñas montañas de barro. Con fuerza, las empuja y esparce encima de una montaña de telas y restos que arropan uno de los cuatro cadáveres que han sacado hoy entre los escombros. En Tafeghaghte, una de las aldeas más azotadas por el terremoto del pasado 8 de septiembre, los familiares y amigos se amontonan alrededor de una morgue improvisada.
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