El este de la República Democrática del Congo es el campo de batalla de una guerra sucia en la que el pillaje ha sustituido en buena medida los objetivos políticos de los grupos rebeldes. Pero también es el hogar de miles de jóvenes dispuestos a movilizarse para conseguir cambios sociales.
Para Jonathan Mwamba, un adolescente de 16 años, luchar era una manera de satisfacer su sed de venganza. Durante tres años, Mwamba patrulló los bosques del este de la República Democrática del Congo con un kaláshnikov al hombro y la esperanza de encontrar a los guerrilleros que mataron a sus padres.