El pasado jueves, el banco central europeo revisó su objetivo de inflación, haciéndolo simétrico y más flexible en torno al mismo nivel del 2%. A medio plazo, el BCE se embarca en el proyecto de incorporar al índice de precios el coste de la vivienda en propiedad. Y, por último, la autoridad monetaria añade la lucha contra el cambio climático explícitamente a sus objetivos de política general. El cambio de marco del BCE ilustra el hecho de que la política monetaria es más política y menos tecnocrática de lo que se creía.
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