Andrew Tate, detenido este jueves en Rumanía junto a otras tres personas por su presunta participación en una red de tráfico de personas y violación, es un empresario de 36 años y luchador de kickboxing retirado que decidió reconvertirse en 'influencer'. En sus redes sociales se dedicaba a difundir opiniones misóginas y discursos de odios ante millones de seguidores. Sus mensajes le valieron su expulsión de numerosas plataformas, aunque en Twitter consiguió regresar de la mano de Elon Musk cuando compró la compañía.