La poesía de Juan Ramón Jiménez no puede ser comprendida sin la influencia de Latinoamérica. Allí se fascinó con los versos de Rubén Darío, se casó con Zenobia Camprubí y se exilió en 1936 cuando su propio país le perseguía por haber apoyado abiertamente a la Segunda República Española. "De América nos separa el agua, solo el agua", diría entonces el escritor onubense para demostrar el vasto mestizaje entre ambas culturas.
Esta influencia perdura hoy día en muchos más campos de los que podríamos imaginar, desde las artes plásticas hasta la fotografía. El problema es que, en una era donde las redes sociales se han convertido en altavoces de miles autores, cada vez es más complicado destacar aquellos emergentes a los que merece la pena seguir la pista.