Saceas, bacanales, saturnales, lupercales. Tanto si se quiere encontrar su origen en ellas como si se traza una frontera en el cristianismo y la Edad Media, siempre hubo algo similar
Tres años después de que Larra invocara a Asmadeo para decir y titular El mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval (1833), Bécquer afrontó el asunto en uno de sus artículos de El Museo Universal y dio por muerto el carnaval mismo, alegando que había quedado reducido «por falta de aire que purifique sus pulmones» a un simulacro sin más sentido que la vanidad de la «sociedad elegante» y el deseo popular de pasear «al aire libre» las borracheras.