“El que hace la ley hace la trampa”, dice el dicho. El alemán Daniel Becker, de 27 años, tenía que saber qué resquicios ofrecía la ley para poder hacer un negocio de su pasión: el LSD. Esta droga alucinógena cuyo nombre responde a las siglas de las palabras alemanas Lysergsäure-Diethylamid, en español “dietilamida de ácido lisérgico”. Ese fue el nombre que se dio a la sustancia cuya paternidad se atribuye al químico suizo Albert Hofmann. Él también fue el primer hombre que probó esta sustancia en un test que protagonizó él mismo en una fecha que, para amantes del LSD como Becker, ha de estar grabada en la historia: 19 de abril de 1943.