Al alba o al anochecer, siguiendo la marea, Lara Maiklem se pone sus botas de goma y unos guantes de látex y baja por una escalerilla hasta la orilla del río Támesis. Pasea por lo que queda de arena y despacio recoge trocitos de cerámica, ojos de cristal, abalorios, alambres y fósiles. Los mete en una bolsa de plástico y los examina después con la ayuda de libros, retratos de la época Tudor y una comunidad muy activa de historiadores y anticuarios.