Primero los controladores de trenes, después los médicos de cabecera, más tarde los panaderos y el personal de atención primaria. Antes del anuncio reciente de la impopular reforma de las pensiones, las protestas y la preocupación se han ido extendiendo en diferentes profesiones, en un periodo de incertidumbre marcado por el crecimiento de la inflación –un 5,9% en 2022– y la disminución del poder adquisitivo.
A finales de 2022, la huelga de una parte del personal ferroviario llamó particularmente la atención, ya que no fueron los sindicatos, sino grupos organizados de trabajadores en las redes sociales los que provocaron la cancelación de trenes.