Hace tres años, Ramón García Alcaraz era un galerista frustrado con la feria de arte contemporáneo más importante del país por denegarle un stand a su sala My Name's Lolita Art. Hoy, es la primera persona que ha logrado que la Justicia condene a ARCO por usar criterios "arbitrarios y discriminatorios" en la selección de galerías para un evento de carácter público y que lo ha doblegado a pesar del fuerte respaldo político y de un colchón económico mucho mayor que el de cualquier marchante de arte.
La historia de Ramón con ARCO se remonta a 2007, último año en el que aceptan su solicitud tras más de diecisiete participando ininterrumpidamente y cumpliendo con los criterios de ventas, calidad y proyección internacional que siempre exige la feria.