Sin escaleras mecánicas o agua en las fuentes, con menos aire acondicionado, con los viajes limitados a lo esencial y sin posibilidad de cubrir vacantes, así vive Naciones Unidas estos días como consecuencia de la falta de liquidez.
La organización internacional se ha visto obligada a apretarse el cinturón ante la peor crisis de efectivo en una década, una situación creada por el impago de varios países.
No es que a la ONU no le llegue con su presupuesto -que se acerca a los 3.000 millones de dólares para un año-, es que un buen número de quienes deben aportarlo van con meses, si no años, de retraso.
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