El 3 de enero, un albañil de 55 años falleció tras caerse de una altura de unos tres metros en una obra en Vitoria. A principios de febrero, un joven de 21 años moría al ceder la cubierta en la que trabajaba junto a su padre en una céntrica panadería de Campo Lameiro (Pontevedra). Son solo dos muertes de obreros en lo poco que llevamos de año en un sector, el de la construcción, que carga con el lamentable título de ser el más mortal para sus trabajadores. En 2019, murieron en total 147 trabajadores de la construcción. Más de dos personas a la semana.