El presidente de EEUU llegó a la Casa Blanca reclamando para sí el Premio Nobel de la Paz, pero tras cuatro meses en el cargo ni ha frenado el genocidio en Gaza ni ha logrado el fin de la guerra en Ucrania
'Desde Estados Unidos, contra el relato oficial', por Ignacio Escolar
Donald Trump tiene ese complejo de creerse con el poder de hacer realidad todo aquello que enuncia. Le pasa con los aranceles y su conversión automática en crecimiento económico, aunque las cifras oficiales no lo corroboren.
El presidente de EEUU se cree a menudo con el poder de dar forma a la realidad, pero el problema es que la realidad es mucho más tozuda. Trump llegó a la Casa Blanca reclamando para sí el Premio Nobel de la Paz, se autodenominó “pacificador” y prometió arreglar los conflictos de Oriente Próximo –que llevan existiendo desde el principio de los tiempos– y de Ucrania. Y lo hizo apoyando a una de las dos partes, además, en ambos casos a las partes invasoras.
Hasta tal punto es así, que Benjamín Netanyahu se convirtió en el primero de sus invitados a la Casa Blanca, donde hizo unas declaraciones que quedaron para la posteridad: habló de “Riviera del Oriente Medio”, de hacer “un resort en Gaza” y de que EEUU se tenía que hacer cargo de la región, de donde los gazatíes tenían que salir para buscar refugio en los países vecinos. Todo eso dijo Trump nada más llegar al Despacho Oval.

Cuatro meses después, la destrucción de Gaza prosigue, Netanyahu no para el genocidio palestino, entre otras cosas con el dinero y las armas que nunca dejaron de llegarle de EEUU –tampoco con la administración de Joe Biden–. Eso sí, en su última gira por Oriente Medio, Trump evitó verse con el primer ministro israelí, en un signo de distanciamiento, entre otras cosas por las negociaciones en curso de EEUU con Irán por su programa nuclear, país al que a Netanyahu más bien le gustaría borrar del mapa. Y Washington, de momento, no le deja.
En efecto, Netanyahu no parece estar interesado en alcanzar un acuerdo de alto el fuego con el grupo palestino Hamás, pero ha accedido a mantener reuniones con los mediadores (principalmente, Qatar) por la presión de la Administración estadounidense, informa Francesca Cicardi.
Hace dos semanas, una delegación israelí viajó a Doha para retomar los contactos con los mediadores qataríes, después de que el enviado especial de Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, hiciera escala en Israel y se reuniera con Netanyahu. En ese mismo momento, el mandatario estadounidense se encontraba de visita oficial en Qatar pero, a pesar de las expectativas generadas por su presencia, no se logró ningún avance hacia un posible acuerdo de alto el fuego en Gaza. Una semana después, cuando el foco mediático ya no estaba en Doha, Netanyahu ordenó a sus negociadores retirarse de las conversaciones, según informó el periódico israelí Haaretz.
Desde entonces, no ha habido más contactos indirectos entre las partes, pero Witkoff sigue trabajando en una propuesta que pueda desbloquear la situación y detener la guerra en la Franja, algo que Israel ha dejado claro que no desea hacer. Uno de los principales escollos sigue siendo la duración del alto el fuego: Hamás exige que sea definitivo y dé paso al final de la guerra; Israel se muestra dispuesto a una tregua temporal que permita la puesta en libertad de todos o una parte de los 58 rehenes que permanecen en manos de los milicianos palestinos. Para Netanyahu ya no hay marcha atrás en Gaza y su plan es la ocupación total del enclave –del que actualmente las tropas israelíes controlan o combaten en alrededor del 80%–.
Esta semana, se han filtrado detalles de una nueva propuesta supuestamente entregada a Hamás por Witkoff y que el grupo habría aceptado. El enviado especial dijo este lunes al medio estadounidense Axios que la propuesta que está ahora mismo sobre la mesa incluye la puesta en libertad de diez rehenes con vida y de 19 muertos, a cambio de excarcelación de presos palestinos, durante un periodo de tregua de entre 45 y 60 días. Según Witkoff, Tel Aviv la ha aceptado, pero Hamás aún no. Oficialmente, ni el Gobierno israelí ni la cúpula de Hamás han dado su visto bueno a esas condiciones.
Putin: de aliado a “loco”Las palabras de Trump con Netanyahu en enero pasarán a la historia. Del mismo modo que también lo hará la bronca que echó a Volodímir Zelenski en el Despacho Oval unas semanas después. Eran días en lo que Trump y Putin parecían flirtear, en los que el presidente de EEUU dio la vuelta a una alianza estratégica con Europa para priorizar las buenas relaciones con Moscú, y en las que todo el peso de la culpa de la invasión rusa de Ucrania recaía en los ucranianos.
Pero, desde entonces, la paz no ha avanzado, y en los últimos días se están registrando cifras récord de bombardeos sobre ciudades ucranianas, ante lo que Trump ha empezado a reaccionar con declaraciones en los últimos tres días.
Tres años y medio después del 24 de febrero de 2022, Trump, este domingo por la tarde –hora de la costa Este en EEUU, madrugada en España–, cargó contra el presidente ruso: “No me gusta lo que está haciendo Putin. Está matando a mucha gente, y no sé qué demonios le pasa. Lo conozco desde hace mucho tiempo, siempre me he llevado bien con él, pero está lanzando misiles contra ciudades y matando gente, y eso no me gusta nada. Estamos en plenas conversaciones y él está disparando cohetes contra Kiev y otras ciudades. No me gusta nada”.
Este martes ha vuelto: “Lo que Vladimir Putin no se da cuenta es que, si no fuera por mí, ya habrían pasado MUCHAS cosas realmente malas en Rusia, y me refiero a REALMENTE MALAS. ¡Está jugando con fuego!”