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Con una mano, ataques récord, y con otra, promesas de paz a Trump: por qué Putin no se detiene en Ucrania

Con una mano, ataques récord, y con otra, promesas de paz a Trump: por qué Putin no se detiene en Ucrania

Mientras Trump afirma que el líder ruso "se ha vuelto loco", el Kremlin confía en la inacción de EEUU y en la escasez de ayuda militar a Zelenski para redoblar los ataques aéreos y conquistar nuevos territorios

Trump carga contra Putin por los últimos bombardeos sobre Kiev y se plantea sanciones: “Se ha vuelto loco, no sé qué demonios le pasa”

“Algo le ha pasado a Vladímir Putin. ¡Se ha vuelto completamente loco!”, ha dicho Donald Trump tras la última escalada de bombardeos rusos sobre ciudades ucranianas.

El líder del Kremlin no siente la presión de Estados Unidos y, si bien no quiere romper los puentes con el presidente estadounidense, sigue convencido de que puede ganar la guerra y no tiene intención de detenerse.

En las tres últimas noches, Rusia ha lanzado tres oleadas de ataques aéreos masivos que han dejado al menos 12 muertos y 75 heridos. La madrugada del lunes, el ejército ruso envió una nueva cifra récord de drones, 355, además de nueve misiles de crucero, contra las regiones de Kiev, Cherkasi, Odesa, Jmelnitski y Járkov, según las autoridades ucranianas.

El Kremlin no ha querido polemizar con Trump a pesar de haber llamado “loco” a Putin. Su portavoz, Dmitri Peskov, ha achacado la reacción del presidente norteamericano a una “sobrecarga emocional” fruto de la tensión de las negociaciones. Además, ha insistido una vez más en agradecer el esfuerzo de mediación de la Casa Blanca para poner fin al conflicto.

A las críticas por los ataques, el portavoz ha respondido: “El presidente Putin está tomando las decisiones necesarias para garantizar la seguridad del país”. Además, asegura que los bombardeos rusos contra “instalaciones militares” son una respuesta al lanzamiento de drones ucranianos contra la “infraestructura pacífica” rusa, aunque en las tres últimas noches los aviones no tripulados de Moscú han impactado contra edificios civiles.

La sorpresa declarada de Trump contrasta, como ya ha sucedido en ocasiones anteriores desde que empezaron las negociaciones, con sus acciones. El pasado lunes, después de conversar por teléfono con Putin, pareció distanciarse de la resolución del conflicto, satisfecho con la supuesta disposición de ambos bandos a entenderse. 

Para desesperación de Volodímir Zelenski y sus aliados europeos, tras aquella charla, Trump decidió no endurecer las sanciones contra Rusia. A la vez, les pidió que dejaran de plantear la exigencia de un alto el fuego bajo el término “incondicional”, ya que el Kremlin estaba trabajando en sus condiciones para una tregua.

Estas condiciones, que deberían incluirse en un memorándum de paz, fueron la última artimaña del líder ruso para ganar tiempo a la vez que aparecía ante el presidente norteamericano como alguien favorable a un acuerdo. Este lunes, Dmitri Peskov ha vuelto a dar largas al ser preguntado sobre cuándo estaría listo este documento.

Según el Wall Street Journal, fue el propio presidente de EEUU quien confesó a los líderes europeos y a Zelenski que no creía que Putin tuviera intención de llegar a un acuerdo porque lo vio convencido de poder ganar la guerra. Sin embargo, no dijo haber considerado la aprobación de nuevas sanciones hasta este lunes, cuando, a preguntas de un periodista, afirmó estarlo valorando “absolutamente”.

En su mensaje de Truth Social este domingo, Trump no desaprovechó la ocasión para, además de condenar los ataques rusos, criticar una vez más a Zelenski. El líder de la Casa Blanca opina que, con sus declaraciones durante el fin de semana lamentando la pasividad estadounidense, el presidente ucraniano “no hace ningún favor a su país”. Según Trump, “todo lo que sale de su boca causa problemas” y “sería mejor que parase”.

Pero Zelenski insiste en pedir más presión sobre Putin. “Solo el sentido de total impunidad puede permitir a Rusia llevar a cabo estos ataques y seguir incrementando su magnitud”, ha escrito en sus redes sociales tras el último bombardeo ruso. Su propuesta es “congelar las finanzas rusas y parar sus ventas de petróleo”.

Para los expertos, la inacción de Trump frente a los intentos de dilación rusos es gasolina para Putin y su ambición bélica. Andrei Kozirev, el primer ministro de Exteriores de la Rusia postsoviética, escribe en X: “Confrontado solo con palabras, no con hechos, Putin percibe la debilidad de Occidente y lo lleva a redoblar su agresión a Ucrania, que deviene cada vez más bárbara”.

El analista cercano al Kremlin Mijaíl Rostovski explica en el Moskovski Komsomolets que “Moscú no quiere perder a Trump” pero que “este deseo queda claramente en segundo plano ante la prioridad: una victoria convincente en Ucrania”. Así pues, dice, “todo lo demás se desvanece en comparación” y pronostica que lo más plausible es que la guerra continúe.

La amenaza rusa sobre Sumi

En la última semana, el Kremlin ha expresado sin tapujos precisamente la voluntad de seguir luchando hasta conseguir sus objetivos y conquistar más territorios de los que ya controla. Primero fue el jefe de la delegación rusa en las conversaciones de Estambul del 16 de mayo, Vladímir Medinski, quien, según varios medios, amenazó a los negociadores ucranianos con ocupar las regiones de Sumi y Járkov si las tropas de Kiev no se retiraban de las cuatro regiones anexionadas por Moscú.

Luego, desde Kursk, el mismo Putin bromeó con la posibilidad de conquistar la región vecina de Sumi y el viernes convirtió el chiste en una realidad al anunciar la creación de una zona de seguridad a lo largo de la frontera entre ambos países, es decir, al norte del Donbás, en Sumi y Járkov.

Según DeepState, Rusia ha logrado afianzarse en un tramo de Sumi que, según el medio ruso Agentstvo, asciende a 60 kilómetros cuadrados. “Durante mucho tiempo la región de Sumi se pudo percibir como una zona gris [sin control de ninguno de los dos ejércitos] porque las tropas ucranianas lograron contener al enemigo”, informan los portavoces de este proyecto, que añaden que los soldados rusos están consiguiendo progresar a costa de muchas bajas.

Escasez de defensas antiaéreas

La preocupación de Zelenski tiene razón de ser, no solo por los avances del ejército ruso sobre el terreno, sino por el aumento de las capacidades armamentísticas de Moscú y la escasez de suministros defensivos de Kiev.

Según explica The Economist de fuentes del Gobierno ucraniano, Rusia puede disponer ahora mismo de unos 500 misiles balísticos, los más difíciles de derribar para las defensas antiaéreas. Solo el sistema norteamericano Patriot es efectivo ante este tipo de misil y Ucrania dispone de ocho baterías, aunque algunas de ellas se encuentran en proceso de reparación.

El pasado martes, desde el Senado de Estados Unidos, el secretario de Estado, Marco Rubio, admitió que estaban teniendo problemas para proporcionar sistemas Patriot a Ucrania. “Francamente, no tenemos. EEUU busca baterías Patriot para poder transferirlas de otros países de la OTAN a manos ucranianas”, dijo Rubio, y lamentó que ningún país está dispuesto a renunciar a este armamento.

Además, tal y como apunta una fuente europea al Washington Post, la Administración Trump tiene miedo de anunciar un gran envío de misiles Patriot a Ucrania para “no enfadar a Putin”. Desde su punto de vista, la Casa Blanca teme que esto podría comprometer las conversaciones de paz.

Estados Unidos no puede fabricar lo suficientemente rápido nuevos sistemas Patriot. The Economist fija la producción de la empresa encargada de distribuir este arsenal en 650 unidades al año, mientras se prevé que la producción de misiles rusos se acerque a los 750. Además, para derribar un misil balístico suelen ser necesarios dos misiles defensivos, lo que agudiza todavía más el déficit.

Y otro elemento que complica más las perspectivas de Kiev: según Yuri Ignat, portavoz de la Comandancia de las Fuerzas Aéreas ucranianas, Rusia ha modernizado los misiles balísticos y esto dificulta el funcionamiento de los sistemas Patriot.

Le Monde también alerta de la escasez “crítica” de misiles defensivos para el sistema SAMP-T, fabricados por Francia e Italia. Según relata una fuente ucraniana a este periódico, Kiev no ha recibido ni un solo de estos proyectiles desde hace un año y medio. 

Este lunes, sin embargo, Alemania ha confirmado que Ucrania tiene permiso para utilizar su armamento contra territorio ruso. A finales de 2024, EEUU, Reino Unido y Francia ya habían autorizado al Ejército ucraniano a atacar objetivos militares en la retaguardia rusa, y el canciller Friedrich Merz ha explicado que Alemania se había sumado a esta lista. Desde Moscú, Peskov ya ha respondido que este tipo de decisiones van “en contra de las aspiraciones de llegar a un acuerdo político”.

Otro de los retos del Ejército ucraniano es repeler los ataques cada vez más masivos de drones. Si, tal y como publica el periódico británico, antes Rusia producía unos 300 aparatos iraníes Shahed al mes, ahora la inteligencia ucraniana cree que es capaz de generar esta cantidad en menos de tres días y que su objetivo es llegar a fabricar 500 diarios.

Oleksandr Musienko, militar de las Fuerzas de Defensa Terrestres ucranianas, pronostica en el medio RBC Ucrania que las bases rusas podrían llegar a lanzar ataques masivos de drones tres o cuatro veces por semana. El volumen de envíos ha aumentado de una media de entre 50 y 80 al día a, al menos, entre 150 y 200, asegura Musienko.

Rusia descarta el Vaticano

De momento, Rusia y Ucrania no se ponen ni siquiera de acuerdo en cuál debería ser la sede de la siguiente ronda de conversaciones. El pasado viernes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, descartó el Vaticano, una opción que había aireado Trump. Para el ministro, sería “poco elegante” resolver un conflicto entre dos países ortodoxos en la sede de la Iglesia católica.

Fuentes del Gobierno ruso señalan a la agencia Reuters que, además, existen otros inconvenientes. Por ejemplo, el hecho de que el Vaticano esté rodeado de un país como Italia, miembro de la OTAN y de la Unión Europea, y que muchos representantes rusos no puedan volar hasta allí por las restricciones occidentales.

Para el Kremlin, la opción favorita sería repetir en Turquía, aunque existen otras opciones como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar o Omán. Según la oficina de Zelenski, Suiza también ha confirmado su disposición a acoger “futuras reuniones dedicadas para tratar una resolución pacífica” de la guerra en Ucrania.

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