El gigante asiático ha dado un volantazo a su política económica y parece haber entrado en una trayectoria contraria a la que han tomado las potencias industrializadas. Mientras Estados Unidos y Europa empiezan a retirar o, al menos, a aminorar los estímulos monetarios, China busca encauzar su estrategia con estímulos y subsidios. La batalla contra la inflación, que también asola a la segunda economía global, parece quedar relegada en beneficio de medidas para espolear la actividad.
Este planteamiento debería generar suspicacias con un crecimiento del PIB del 4,8%, en el primer trimestre.