Europa se preparó en verano para el peor escenario: apagones, falta de suministros, estanflación... Pero sorteó el agujero más negro. Entonces se preparó para una recesión, aunque fuera técnica (dos trimestres seguidos con datos negativos de crecimiento). Las previsiones macroeconómicas de otoño apuntaban a números rojos en el PIB de algunos países, como Alemania, considerado el motor del continente. Pero también ese escenario se ha esquivado y la estimación es que se producirá un crecimiento, aunque muy limitado (un 0,8% en la UE y un 0,9% en el caso de la zona euro).