Las tensiones geopolíticas, la incertidumbre, el despegue de la inflación y los altos tipos de interés que han marcado los últimos años han hecho que muchas compañías se hayan pensado dos veces salir a Bolsa. Un escrutinio que, sin embargo, ha convivido con el furor de los inversores por conseguir que las empresas se decidan a dar el salto al mundo de las cotizadas.