Por faltar, no faltaron ni los imprevistos típicos de un evento de esta índole, si por “típicos” podemos entender la anulación de varios conciertos por el camino, el reiterado cambio de fechas y recintos o una guerra pública con el Ayuntamiento de Cornellà. El primer show de esta ambiciosa gira por estadios iba a tener lugar el pasado marzo en el Santiago Bernabéu, pero las molestias por ruido generadas a los vecinos acabaron ocasionando que se cancelara este concierto y otros como el de Aitana. Lola Índigo, entonces, lo reprogramó para el 14 de junio, pero el Real Madrid la desmintió en un comunicado asegurando que en el “momento actual” no podía asegurar su celebración.
La cantante logró finalmente mantener la nueva fecha, pero se vio obligada a cambiar de recinto y optó por el Estadio Metropolitano, que también se llevó otros eventos como el de Ibai o Dellafuente. Lola Índigo, sin embargo, no corrió la misma suerte con su cita en el RCDE Stadium de Barcelona. La artista denunció en abril que el alcalde de Cornellà, Antoni Balmón, no la dejaba celebrar el concierto programado para julio por exceso de ruido a pesar de tener vendidas 20.000 entradas. El consistorio respondió tildando de “irresponsable” al grupo impulsor del evento por “haber proseguido con la venta de entradas aun sabiendo que el concierto no se iba a realizar”.

Posiblemente nada de esto pasara por la cabeza de Lola Índigo cuando, rodeada por 30 bailarines con tambores y al son de su Ya No Quiero Ná, activó la fiesta en un Metropolitano enfervercido. No era para menos: 1.200 metros cuadrados de pantalla de LED, repartidos por todo el suelo del escenario y por una torre de 28 metros de altura, ensalzaban tanto su figura como su escenografía. La ovación del público, no obstante, quizá sí hiciera pensar a la cantante en sus casi ocho años de trayectoria. Desde que se convirtió en la primera expulsada de Operación Triunfo 2017, cuando aún solo era Mimi, la ahora conocida como Lola Índigo se ha asegurado un puesto en la cultura pop de este país.
De aquella edición del reality, su regreso tras seis años desde su última emisión, nacieron otras estrellas como Amaia Romero o Aitana Ocaña. “A pesar de cambios y evoluciones, hoy estamos aquí”, celebraba Lola Índigo. El principal homenaje a esa etapa, aparte del tema de apertura, fue la pista Me quedo, su sencillo con Aitana, aunque esta última no apareció. En ella ha recurrido al baile a través de una espectacularidad no tan artificial como la que se ha esforzado por lograr cuando interpretaba temas como El Humo o Yo Tengo Un Novio, durante las cuales ni siquiera la puesta en escena aportaba gran cosa, o la todavía más simple Killa (ring ring).
La artista ha viajado en el concierto a través de las tres eras de su discografía, convirtiéndose así en bruja, niña y dragón. Lola Índigo, que ha encarnado estos personajes a lo largo de sus tres discos publicados hasta la fecha, ha aprovechado las respectivas temáticas de cada uno de ellos para la escenografía. “Sois el mejor público del mundo”, se emocionaba la cantante. Esta retrospección a su catálogo la hizo por orden, deteniéndose álbum por álbum en cada acto. La estrategia apuntaba bien, pues así se guardaba para el final sus mayores hits, pertenecientes mayoritariamente a sus dos últimos trabajos hermanos: El Dragón (2023) y Nave Dragón (2025).

Sin embargo, más enfocada en crear una atmósfera discotequera que en resaltar las piezas más destacables de su música, Lola Índigo se perdía en un escenario demasiado abultado y sobrecargado que no dio protagonismo a los temas de la cantante. No solo es que nunca llegara a encontrarse, es que a veces daba la sensación de que la artista ni siquiera estaba en el escenario. En su intento por conseguir que el estadio no se le quedara grande, lo cierto es que el espectáculo se acabó comiendo por completo sus canciones, que se mostraban como mero sonido de acompañamiento.
Ante tanto baile y petardeo, a uno solo le quedaba preguntarse si realmente era la música la que daba sentido a todo aquello. Parecía que sí en las contadas ocasiones en las que Lola Índigo se dejaba de tanta parafernalia, pero incluso entonces no aparentaba estar lo suficientemente cómoda con lo que cantaba. En sus íntimas interpretaciones de Toy Story y Dragón, aupada por las linternas de las gradas, se quedó a medio gas ante su probable deseo de algo más contundente, y el sobrecogimiento que debería haber arropado su buen cante a guitarra de El Condenao y su versión de Corazón Partío se tornaba frío ante una audiencia a la que le apetecía algo más animado.
Empleando hasta 800 aparatos de iluminación distribuidos por todo el campo, la artista acertaba más cuando sacaba su lado más natural y hacía del evento la gran fiesta que había prometido, ya fuera con luces o sin ellas. Los hechizos que surtieron mejor efecto del primer acto, en el que reivindicó su Akelarre (2018), los provocó la canción Santería, seguida unas cuantas pistas después por la revolución de Casanova. Del segundo acto, impulsado por La Niña (2021), se sintió como pez en el agua interpretando La Niña de la Escuela, con la que movió a todos los asistentes abrazada a Tini. “Las amigas tenían que estar en un día como hoy”, afirmaba la artista, que dio un alegato a favor de soñar en grande. Además, presumió de raíces durante su tema Mala suerte, esta vez sin Dellafuente, y con la adictiva El pantalón, sin Omar Montes ni las Chuches.
Una alfombra roja hasta el escenario y las gradasEl espectáculo ofrecía una visión real de 270 grados para que los espectadores tuvieran una experiencia única y envolvente, algo que funcionaba porque, a pesar del despliegue de 200 altavoces situados alrededor del recinto —a desgracia de los vecinos—, merecía más la pena ver que escuchar —el sonido no era de buena calidad—. Y no únicamente ver el escenario: entre el público, personalidades como Miguel Ángel Silvestre, Belén Esteban, Carlota Corredera, Jedet, Nagore Robles y Eva Soriano, o triunfitos como Martin Urrutia, Agoney, Cepeda y Ruslana disfrutaban del concierto. Previamente, habían desfilado por una alfombra roja para “invitados VIP”.
La boda tampoco quiso perdérsela Belén Aguilera, que apareció a mitad del enlace para animar el estadio con La Tirita, ni Paulo Londra, que pudo cantar su Adán y Eva y también Perreito pa llorar con Lola Índigo. “Que se acabe esta mierda de odio a la comunidad trans”, defendió la granadina a lo largo de la última traca de temas, en la que se iba despidiendo de sus seguidores. Su recién estrenada Moja1ta logró un hueco en el tramo de cierre, que concluyó de manera definitiva con la animada La Reina. Entretanto, no podían faltar los efectos de humo, los cohetes y la pirotecnia, que desde hacía rato habían perdido gracia e impacto a pesar de haber sido la esencia de la noche.
La discografía de Lola Índigo cuenta con un catálogo que ha demostrado con creces ser exitoso. Lo ha hecho con cifras, en salas de discoteca y en conciertos. Haberse adjudicado varios temas del verano a lo largo de casi una década de carrera es algo que no consigue cualquier artista. Es precisamente por ello por lo que resulta incomprensible que, en el día más importante de su vida, Lola Índigo haya sucumbido a la extravagancia de querer abarcarlo todo, rindiéndose al estadio y olvidándose de la música. El resultado ha sido un concierto con mejor espectáculo que canciones.