El potente terremoto que sacudió en la madrugada del lunes el sureste de Turquía –el más fuerte desde 1939, según el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan– ha dejado más de 3.000 muertos y consecuencias devastadoras al otro lado de la frontera, en el noroeste de Siria, una de las zonas más afectadas por una década de guerra y donde se encuentra el mayor número de desplazados internos. Casi 3 millones de desplazados, de los cerca de 7 millones en toda Siria, se concentran en esta región, donde se encuentra la provincia de Idlib y alrededores, el último reducto en manos de los grupos rebeldes contrarios al régimen del presidente Bashar al Asad.
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