"El año pasado lo teníamos que haber hecho mucho mejor". El consejero delegado de Ford, Jim Farley, reconocía así el tropiezo del fabricante automovilístico durante 2022. Un año marcado por los cuellos de botella en la producción, por la falta de chips y de materias primas, en plena reconversión hacia el coche eléctrico y, en España, por los sucesivos Expedientes de Reducción Temporal de Empleo (ERTE) que han aplicado todos los fabricantes. Un mal ejercicio que, en el caso de la multinacional Ford, se cerró con números rojos que superan los 1.800 millones de euros.