Ana Rodríguez apenas pega ojo estos días. Desde su casa, situada en la ciudad de Cambridge, en cuya universidad trabaja dos días por semana, la sevillana se pasa las noches en vela atendiendo llamadas y mensajes de WhatsApp o recopilando los nombres de los colegas afganos con los que una vez trabajó en Afganistán y que hoy le piden ayuda desesperados por salir del país.
En Afganistán, Rodríguez trabajó cerca de siete años como consultora del ministerio de Cultura, encargándose de la coordinación de la reconstrucción del Museo Nacional y de la gestión de la formación de su personal, así como de la de otros funcionarios de instituciones culturales.