
Miley Cyrus ha vuelto. La cantante vuelve a combinar pop, rock y country, aunque dando mayor espacio que nunca al techno y al dance, en su octavo disco de estudio, Endless Summer Vacation. Un álbum con el que da un paso más allá de su previo, Plastic Hearts, y que gira principalmente en torno a amores que terminaron. Algo que había avanzado con su primer y combativo single, Flowers, con un repertorio que funciona como cóctel de nostalgia, deseo, anhelo y melancolía.
Aquella canción dio la sensación de que sería la punta de lanza de un trabajo discográfico que viraría en torno el canto a una misma con tintes de venganza y una energía de la que levanta de toda silla, sofá o cama imaginables.