Tres años atrás, mientras volvía a su buhardilla del centro de Madrid, Marina Sanmartín —valenciana, escritora, librera— sintió que el miedo se instalaba en su estómago.
Fue el temor a las consecuencias que provoca el futuro cuando se tambalea. Hacía apenas 48 horas que ella y sus socios habían decidido cerrar su librería, Cervantes y compañía, horas antes de que el Gobierno decretase el confinamiento total por el impacto de la COVID-19.
“De repente me vi sola en casa”, cuenta Sanmartín a elDiario.es, “pensando que la librería iba a cerrar para siempre y con la sensación de que no había nadie a mi lado”.
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